Escenografía

Del periódico quincenal de arte y crítica libre
"MARTIN FIERRO"
Segunda época, Año III Núm. 33
Buenos Aires, septiembre de 1926



Osvaldo Graciano: La filosofía en la ciudad: Alejandro Korn y las experiencias culturales del Grupo Renovación en una capital de provincia, Izquierdas, 34, julio 2017, pp.150-178 

La condición cultural platense en la que se situaban, periférica no sólo a Europa sino también a la metrópolis cultural que ya era Buenos Aires, hacía posible apropiarse sin reservas estéticas de apuestas escénicas de tradiciones de teatro tan diversas y experimentar con ellas. Pero también en esa apropiación quedaban de lado preocupaciones económicas caras a las compañías de actores profesionales en sus puestas en escena, como era el indispensable éxito de público. En su carácter de teatristas cuyo laboratorio de recepción y apropiación era teórico porque se ubicaba en la universidad y no en el espacio del espectáculo teatral platense (en la competencia por la taquilla con las otras compañías), su búsqueda artística podía desligarse del condicionamiento propio de toda empresa teatral, priorizando lo estético por sobre lo comercial, lo que les posibilitaba adaptar obras y ponerlas en circulación con absoluta libertad de experimentación. Esto se hizo evidente con la representación del drama de George Bernard Shaw Santa Juana en el escenario del Colegio Nacional, que contó con la escenografía del pintor Adolfo Travascio. Allí el grupo lanzó su nuevo programa-manifiesto: El teatro abandona la aburrida pesadez de los realistas y cobra nuevas formas. Pedimos ayuda a la farsa, con su alegre tinglado, que representa una tradición; al arte puro, quizás salvaje; a productos lejanos, pero no despreciables. El ballet ruso planteó el problema a principios de nuestro siglo. Elaboró nuestras conciencias de hombres jóvenes. Tenía las energías indomadas de lo natural, sin retórica. La sobriedad de Bakst, las magnificencias de Nijinsky. Desde entonces hombres audaces se han puesto a la obra: Gordon Craig, en Inglaterra; Kaiser y Reinhart, en Alemania; Bragaglia, en Roma; Pitoieff [sic], en Francia, han inquietado los espíritus afinados. Rusia, después de la Revolución, trabaja para crear un teatro proletario. Y sus esperanzas no serán defraudadas. En todo esto no hay pirotécnica. Se trata de aliviar la escena envejecida, devolverle su agilidad (Korn, 1963: 285).